Mentirijillas
Suelo aceptar bien que me mientan cuando sé que me mienten (que otras veces no me entero, claro). Indignarme me quita mucha energía, y además, sé que casi siempre lo hacen por miedo. Y poco se puede hacer contra el miedo, sobre todo desde fuera. El que lo sufre quizás pueda algún día enfrentarse, pero ante los miedos ajenos los demás somos convidados de piedra. Además, yo también he mentido por miedo ( y miento si es necesario, claro, ¿para qué voy a mentir en algo tan evidente?). Aprendí en la infancia, claro, como tantas otras cosas que me han servido para sobrevivir.
Que me tomen por tonta no me suele preocupar mucho tampoco. Eso tiene que ver con la necesidad ajena de suplir ciertas necesidades de autoafirmación, y bueno, ahí estoy yo de servicios a la comunidad. No tengo energías para enfadarme por algo que no depende de mí y que no puedo evitar. Yo también me paso a veces y creo que los otros son más tontos de lo que son. Y en realidad ¿quién sabe?
El caso es que, cuando me mienten, prefiero que lo hagan bien. También me gusta el arroz en su punto, los muebles bien acabados y las cremas de calidad. Una mentira bien hecha, bien elaborada, con personalidad, puede ser una obra de arte. Es de esas mentiras que se derriten en el paladar, de esas que hay que investigar para descubrir qué falla, de esas misteriosas que intentas descubrir con intriga. Mentiras geniales que pueden, incluso, dar un sentido a la vida además de entretener y divertir lo suyo.
Pero esas mentirijillas que descubres al instante, tan burdas las pobres, tan poco elaboradas, tan pretenciosas en su traje de papel intentando imitar a las mentiras imponentes, las que son geniales, me aturden. Y me aturden porque ya no sé si es falta de memoria del mentirosillo (lo cual es preocupante) o que yo tengo una memoria demasiado buena, lo cual me preocupa también, claro, porque olvidar me puede hacer mucho más feliz al no estar descubriendo continuamente estas cositas.
El caso es que hoy he pillado a alguien en un par de mentirijillas de esas pobrecitas, muertecitas de frío. A ese alguien le gustaría ser genial y si le descubro el invento le quitaré ese sueño. Y ando con dudas. ¿Cómo decirle sin traumatizarlo que recupere sus mentirijillas, las reboce un poco, las maquille, les haga unos cambios estéticos y me las devuelva otra vez a a ver si esta vez cuelan?
Que me tomen por tonta no me suele preocupar mucho tampoco. Eso tiene que ver con la necesidad ajena de suplir ciertas necesidades de autoafirmación, y bueno, ahí estoy yo de servicios a la comunidad. No tengo energías para enfadarme por algo que no depende de mí y que no puedo evitar. Yo también me paso a veces y creo que los otros son más tontos de lo que son. Y en realidad ¿quién sabe?
El caso es que, cuando me mienten, prefiero que lo hagan bien. También me gusta el arroz en su punto, los muebles bien acabados y las cremas de calidad. Una mentira bien hecha, bien elaborada, con personalidad, puede ser una obra de arte. Es de esas mentiras que se derriten en el paladar, de esas que hay que investigar para descubrir qué falla, de esas misteriosas que intentas descubrir con intriga. Mentiras geniales que pueden, incluso, dar un sentido a la vida además de entretener y divertir lo suyo.
Pero esas mentirijillas que descubres al instante, tan burdas las pobres, tan poco elaboradas, tan pretenciosas en su traje de papel intentando imitar a las mentiras imponentes, las que son geniales, me aturden. Y me aturden porque ya no sé si es falta de memoria del mentirosillo (lo cual es preocupante) o que yo tengo una memoria demasiado buena, lo cual me preocupa también, claro, porque olvidar me puede hacer mucho más feliz al no estar descubriendo continuamente estas cositas.
El caso es que hoy he pillado a alguien en un par de mentirijillas de esas pobrecitas, muertecitas de frío. A ese alguien le gustaría ser genial y si le descubro el invento le quitaré ese sueño. Y ando con dudas. ¿Cómo decirle sin traumatizarlo que recupere sus mentirijillas, las reboce un poco, las maquille, les haga unos cambios estéticos y me las devuelva otra vez a a ver si esta vez cuelan?
26 comentarios
Fri -
Fri -
Bambolia cabreadísima -
Y es miedo, lo sé. A pensar que a mí me pueda molestar, como si yo tuviese un contrato de exclusividad firmado con todas mis amigas... ¡Arggggggggggg! que a mí me da igual... lo curioso es que yo sé que esa misma circunstancia, al revés, sí que hubiese molestado... quizás por eso lo haga, porque se piense que todos opinamos igual, :-(
No hace daño, la verdad; pero resulta incoherente.
Otrosi digo uqe se me olvidó antes -es que me mola lo del otrosi-: os recomiendo encarecidamente la peli "El princípio de Arquímedes". A mitad de la cinta hay una situación tan rocambolesca basada en unas cuantas mentiras que cuando la estaban proyectando toda la sala pronunció una especie de carcajada entrecortada, como diciendo "¡no es posible! ¿se podrá tener más morro?".
Bambolia -
Mis mentiras casi siempre se ciñen a proteger mi intimidad de los ojos de los que quieren saber más de la cuenta. Eso, a veces, me ha llevado a no recordar cosas que había dicho -los mentirosos profesionales sí que se acuerdan exactamente de todo lo que han hecho pasar por verdad- sobre estancias o viajes o circunstancias, con lo que he tenido que escurrir el bulto en alguna ocasión.
Hace tiempo me planteé que era mejor ir con la verdad por delante con ciertas personas de mi entorno, pero eso no es del todo cierto. Creo que no me equivoco cuando afirmo que evitamos, en la mayoría de las ocasiones, a la gente que, por su forma de ser, tiende a juzgar -ojo, todos lo hacemos; pero unos son más benévolos que otros-. Y es a esa gente a la que no le cuento toda la verdad o a la que le le digo que me he ido a África cuando realmente he estado en Caranchel Alto. Por decirlo de alguna forma, intento ser práctica... vamos, que si una sabe que si le dice a su madre que a los 21 ya llevaba unas cuantas juergas orgásmicas en su bendito cuerpo, ella va a decirle de todo menos bonita, pues mejor no contarlo o mentir al respecto. No sé si me explico...
Quizás sea un fallo por mi parte y debería obviar lo que ciertas personas piensan de mí, pero lo cierto es que no puedo prescindir de ellas o no quiero y sé que no van a modificar sus opiniones con respecto a ciertos comportamientos que no entenderían...
Fri -
Kiri -
Creo que voy a tumbarme a ver la tele.
Besos a las dos, guapas.
Esstupenda -
Por cierto que no puedo entrar en tu blog, Kiri.
Fri -
Un beso
Kiri -
Pero burrísima.
Y no me gusta verme así.
Bueno, son rollos míos.
Gracias por dejar que me desahogue aquí, Fri.
Lo necesitaba.
Kiri -
Kiri -
Esstupenda -
Kiri -
Al final, todo suele reducirse a eso.
Esstupenda -
No sé, quizá vuestro debate es demasiado complicado para mí. Hay elementos concretos y abstractos en vuestra conversa que se me escapan. Las mentiras concretas y dañinas. Y luego la vida.
Cada canción suena distinta según quién la interprete, aunque la partitura sea la misma.
Fri -
Y creo que lo peor para ellos era ese mentirse a sí mismos contínuamente. Las mentiras que nos contaron a los demás han tenido solución, pero las que ellos se quedaron como vida no la tienen.
Yo no creo que hubieran podido actuar de otra forma. He pensado mucho sobre ello, buscando culpables, pero ahora sé que no daban más de sí. Y es que uno hace lo que puede.
Fri -
Kiri -
A veces (a veces) la vida se torna hermosa y salvaje. Entonces no me hacen falta las mentiras ni las auto-mentiras. O me hacen menos falta que un lunes por la mañana, por ejemplo.Supervivencia, Parapo, como bien dices.
Nuestros mayores mentían, Fri. Mentían por falta de recursos, comprensible por otra parte, aunque sólo hasta cierto punto.
Pero es cierto: mentían más que hablaban.
Lástima, ¿verdad?
parapo -
hay otro tipo de personas complementarias que me caen aún peor: aquellas incapaces de creerse nada. te miran mientras le dices algo, con aire condescendiente, diciendo: "si, si, si", pero no se creen nada. no es que te lo digan a la cara: "no te creo". no, ellos hacen como que si sí y luego no. lo malo del asunto es que no es que no se crean historias inverosímiles, o difíciles de creer. no se creen nada, ni las cosas mas fáciles. pufff.
finalmente, no quiero aburrir a nadie, está lo de engañarse a uno mismo. creo que es la mentira más útil, más necesaria y más extendida. nunca es una mentira estética, para quedar bien. es siempre una cuestión de supervivencia, y por eso hay que apreciarla. además sabemos que no siempre sirve, y que a las dos de la mañana una noche de insomnio no se engaña a sí mismo ni un político.
Fri -
Y sí, el "a veces" es muy representativo.
Pero el caso es que no podemos evitar que nos mientan y nos engañen (en ocasiones). Estamos expuestos contínuamente a ello. Y también entramos, "a veces", en el juego.
Yo hablaba de mentirijillas que no me han afectado especialmente, claro. Hay casos más graves.
A mí me han mentido mucho. Fue en mi infancia. Tardé años en comprender que esas personas que me mintieron y confundieron tanto lo hacían porque no sabían actuar de otro modo ni con ellos mismos. Tampoco ellos tenían atajos para sí. No les servía de mucho, la verdad.
Kiri -
Kiri -
Yo creo que esta manera de actuar tiene algo de maltrato psíquico, si quien la practica es alguien muy metido en tu vida y muy cercano, y lo hace con frecuencia.
Creo que estoy mencionando cosas más graves que las de tu post, Fri.
Es que soy una intensa. Puedo explayarme, ¿no?
Kiri -
A veces uno se engaña a sí mismo, pero a veces no.
A veces uno miente por supervivencia, pero a veces no.
El problema, creo, es cuando se miente por sistema (no sólo a veces), hasta extremos de perfección en la mentira inauditos. Y, sobre todo, haciéndolo por nada. Por nada relevante, al menos.
Por sostener una frágil autoestima dando una imagen completamente falsa y sobredimensionada de uno mismo, por ejemplo. O para ligar. O para ser infiel. O para putear a alguien sin más.
Yo no conceptúo esto como necesidades. No, no creo que lo sean. En todo caso, son atajos y trampas.
Todos las llevamos a cabo a veces. Hacerlo muchas veces, o siempre, es una putada para los demás.
Stanzasi -
Fri -
Creo que en nuestra civilización la mentira es imprescindible para sobrevivir. Los que mienten mucho es porque se han acostumbrado a sobrevivir así, han encontrado esa fórmula y les resulta muy difícil desprenderse de ella. Es muy complejo, en mi opinión.
También es muy corriente mentirse a si mismo, y creo que eso es aún peor, aunque a veces todos lo hacemos. Cuestiones de supervivencia.
Kiri -
Me ponen en un brete, la verdad.
En cuanto a las mentirijilas, si no tienen mayor trascendencia, me parecen graciosas o patéticas, depende de su calidad.
(Y admiro mucho el valor de sincerarse, ;-), por cierto).
Aunque también hay quien se "sincera" parcialmente en ciertos momentos estratégicos, para luego poder seguir mintiendo. Conozco a un hombre así, y no sé, a veces pienso que lo suyo es enfermizo. Sospecho que basa gran parte de sus relaciones en la mentira, el disimulo, el hacer luz de gas. Me parece una manera de actuar muy dañina, la verdad. Innecesariamente dañina, diría yo.
parapo -