Imágenes
A veces encuentro blogs en los que los creadores, propietarios, jefes, usuarios o como se diga, muestran fotos suyas de una forma repetida, maquinal, hasta la saciedad. Repiten sus fotos una y otra vez quizás intentando encontrar ahí, en esa foto deformada por el escáner y el tratamiendo de photoshop una respuesta a algo.
Sí, creo que es eso, como un espejo, pero un espejo buscado a propósito, no el espejo natural en el que te encuentras de improviso, sin buscarlo, y con sorpresa, descubres tu rostro con miradas y gestos que desconoces. Es un espejo manipulado que muestra determinadas posturas, quizás las que se buscan. Posturas que también son reales, pero que tienen algo de recreación, de pose, de búsqueda de esa postura en concreto, como si diese una seguridad, como si ayudase a comprender algo. Y son posturas hieráticas, rígidas, de búsqueda de una perfección. Como si la imagen propia, esa imagen perfecta en determinados cánones estéticos, fuese un amuleto y les salvase.
El caso es que esas imágenes se me antojan como un vacío. Las contemplo y las noto rígidas, sin vida. Una imagen, varias, dicen mucho, aunque estén buscadas, tratadas y reformadas. Una invasión de imágenes repetitivas de una misma persona que se autocontempla, sin embargo, se me representa como vacío. Es entonces cuando echo de menos las palabras. Pero ellos no tienen ya palabras. Se quedaron contemplando su propia imagen, repitiendo el estribillo.
Repitiendo el estribillo.
Sí, creo que es eso, como un espejo, pero un espejo buscado a propósito, no el espejo natural en el que te encuentras de improviso, sin buscarlo, y con sorpresa, descubres tu rostro con miradas y gestos que desconoces. Es un espejo manipulado que muestra determinadas posturas, quizás las que se buscan. Posturas que también son reales, pero que tienen algo de recreación, de pose, de búsqueda de esa postura en concreto, como si diese una seguridad, como si ayudase a comprender algo. Y son posturas hieráticas, rígidas, de búsqueda de una perfección. Como si la imagen propia, esa imagen perfecta en determinados cánones estéticos, fuese un amuleto y les salvase.
El caso es que esas imágenes se me antojan como un vacío. Las contemplo y las noto rígidas, sin vida. Una imagen, varias, dicen mucho, aunque estén buscadas, tratadas y reformadas. Una invasión de imágenes repetitivas de una misma persona que se autocontempla, sin embargo, se me representa como vacío. Es entonces cuando echo de menos las palabras. Pero ellos no tienen ya palabras. Se quedaron contemplando su propia imagen, repitiendo el estribillo.
Repitiendo el estribillo.
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