Ya ni con los culebrones te puedes dormir a gusto. Ayer me puse uno para dormir la siesta al son de los suaves acentos caribeños y nada, que no había manera de dormirse. Gritaban como condenados, se pegaban, se insultaban todo el rato. Siguen siendo ñoños en lo esencial de la ñoñería de un culebrón: la virginidad femenina alzada a los altares, la bondad tontorrona que acaba ganando sobre la perfidia perfidiosa, que todo se solucione por algún milagro en lugar de por tomar una decisión con algo de sentido común... Pero todo a gritos y con una violencia desmesurada. Eso sí, no se ve un solo desnudo. Qué lástima.
Y recuerdo cuando era niña. Me llevaron a ver una película una vez (tendría yo cinco o seis años) autorizada para todos los públicos y había alguna escena de violencia, me imagino que no muy explícita. Tuve pesadillas durante mucho tiempo y además, no quería ni por asomo volver al cine porque lo había vivido como real.
Y recuerdo cuando era niña. Me llevaron a ver una película una vez (tendría yo cinco o seis años) autorizada para todos los públicos y había alguna escena de violencia, me imagino que no muy explícita. Tuve pesadillas durante mucho tiempo y además, no quería ni por asomo volver al cine porque lo había vivido como real.
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