No comprendo
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Como Holden Caufield, que decía algo aunque no quisiera en realidad hablar de ello sino de algo muy diferente. Y resulta extraño sentirse como Holden a mi edad, cuando se supone que pasé ya la adolescencia hace mucho. O quizás no, quizás la adolescencia no se pase nunca y se enmascare de madurez y raciocinio porque es lo que hay que hacer.
Hace años, en la estación de Burdeos, mientras esperaba un tren, ví subir las escaleras de los subterráneos a un niño de unos siete años con una maleta enorme que arrastraba a duras penas. Detrás, su padre, también cargado, y tres hermanos pequeños cargados cada uno con lo que podía. Por último, la madre llevaba otro bebé en brazos. Un velo islámico gris cubría pudorosamente sus cabellos.
El niño de la maleta ya era adulto, con su carga, sus hermanos, su disciplina de buen hijo. Imaginé que seguiría meticulosamente todas las obligaciones, todas las responsabilidades que una vida de sacrificio y trabajo le impondría desde un principio y me dió un enorme tristeza esa mirada en la que ya no se avistaba al bebé que era hacía tan poco tiempo. Supe que ya era adulto, que la adolescencia no llegaría porque nunca llega para esos seres a los que el deber llama desde la cuna. Y pensé que la adolescencia, vivida como tal, es un lujo.
Por eso sé que no comprender, no entender, es un lujo que me puedo permitir porque no estoy obligada a comprender ni a entender cualquier cosa. Hay personas que llevan ya el camino marcado y entenderán aquello que deban entender, sin salirse un milímetro. En mi adolescencia tardía y desfasada, recuperada a golpes de frivolidad y cinismo(*), yo puedo permitirme la duda, la contradicción y el desconcierto. Un lujo.
No comprendo y sonrío estúpidamente. Un lujo.
(*) Ésto es para aquellos que disfrutan repitiendo ambas palabras maquinalmente (de una forma absolutamente genial y talentosa, por supuesto) cuando se refieren a mí. Lo hago por altruismo, para que disfruten un poco y de paso irme ganando el Nirvana.
18 comentarios
Gru -
Oye, pues es verdad, Kiri.
Kiri -
LLeva una salchicha atravesada en lo alto de la cabeza.
No me convence.
Gru -
Recuerdo Bambi, que el padre de un conocido (un gallego sin apenas estudios) intentó aprenderse la enciclopedia de memoria para acceder a la cultura. Deseo de saber, claro. Llegó hasta la letra M, el pobre.
Parapo, es que tengo que subirme la moral. Me gustaría ser así de fashion como la negra con el galgo ruso, pero ando hecha una ballena.
parapo -
Aber -
Bambolia -
Gru -
En serio, en cuanto pueda me compro una enciclopedia porque no me gustan nada las enciclopedias en CD. Cuando era niña me pasaba horas y horas con la enciclopedia Larousse que teníamos en casa y es una de las pocas cosas que echo de menos.
Bambolia -
Gru -
"El verbo acordarse exige la preposición -de- delante de su complemento, sea este sustantivo o proposición (...) Es frecuente, sin embargo, la omisión de la preposición en la lengua hablada y a veces en la escrita, sobre todo cuando refleja el nivel coloquial o adopta el estilo de este."
Bambolia -
Esto es producto de mi aborregamiento... y acabo de empezar, pol Diosssss!!!!
Gru -
¿Las uñas fosforito entran dentro de lo que se comprende por solidaridad y eso?
Ya he visto tus fotos. Muy molonas. Me he visto reconocida en una de ellas, pero cuando llevaba el pelo corto. ;-)
Gru -
Yo siempre he sido más o menos discretita e incluso, durante mucho tiempo, pensé que la gente no se acordaría de mi rostro, como me ocurre a mí, que no me acuerdo de muchos rostros como el mío, de rasgos moderados, que no llaman la atención. Pero curiosamente, la gente siempre me reconoce y se acuerda, lo cual es un rollo porque muchas veces me saludan y no sé quién me ha saludado. El otro día me ocurrió otra vez y yo dismulando mientras intentaba acordarme de con quién estaba hablando.
Ahora que lo pienso, si me pongo las uñas fosforito ya sí que me van a reconocer...
Bambolia -
Bambolia -
En serio: estoy hasta los mismísimos ovarios de los moralistas de vía estrecha, joder...
Kiri -
:-))
Kiri -
A ver si no se te van a ver las uñas en la oscuridad y te las muerde alguien creyendo que son las suyas.
Mu desagradable, no lo consientas.
Yo de joven llevaba los pelos del flequillo tiesos y toa pintada de morado y vestida de negro.
Parecía la cuñada bajita de Drácula.
No se puede decir que tuviera aspecto de vitalidad, pero era de lo más molona.
Gru -
Las uñas me las pienso pintar de color verde fosforito, eso sí, porque se ven en la oscuridad. Hace años una japonesa, Maiko (ejemplo de optimismo y vitalidad), estaba feliz con su barniz de uñas verde fosforito, que era la sensación de la disco.
Kiri -
Podemos pararnos a pensar.
A pensar de verdad.
Somos afortunados por haber sido capaces de poner en tela de juicio, de entender que no entendemos, de dudar y de cambiar de opinión.
¿Adolescentes?
Bueno, algunos no han salido de los dogmas de la infancia.