De paseos por blogs voy leyendo, intuyendo e inventando las razones que incitan a escribir a cada uno. Digo "inventando" porque dichas razones las percibo de una forma subjetiva y un tanto adaptada a mi forma de ser así que es ovbio que son invenciones, claro. Y suelo llegar a la conclusión - nada original, claro está - de que uno escribe un blog para que lo lean otros. Hasta ahí todo normal. Pero luego viene el cómo. La desesperación del cómo conseguir que los lean, que los miren, que les hagan caso y les digan que tienen un lugar en el mundo.
Desesperación un tanto legítima y además inevitable dada la educación recibida por una gran cantidad de personas en las que se ha primado la opinión ajena para ser y existir. Lo que me llama la atención no es esto sino la forma de dirigirse a hipotéticos lectores, millones en potencia, que van a pasar por un blog a leer cómo un alguien lejano te cuenta monótomamente que se ha comido una ensalada de lechuga y ha quedado con un amigo para ir al cine.
Sobre esto también hay clases. Los hay que lo cuentan con talento y gracia y los hay que son un auténtico coñazo
Desesperación un tanto legítima y además inevitable dada la educación recibida por una gran cantidad de personas en las que se ha primado la opinión ajena para ser y existir. Lo que me llama la atención no es esto sino la forma de dirigirse a hipotéticos lectores, millones en potencia, que van a pasar por un blog a leer cómo un alguien lejano te cuenta monótomamente que se ha comido una ensalada de lechuga y ha quedado con un amigo para ir al cine.
Sobre esto también hay clases. Los hay que lo cuentan con talento y gracia y los hay que son un auténtico coñazo
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