Tela a cuadros
Ayer por la tarde, medio adormilada en el sofá, me desperecé de pronto al escuchar un reportaje sobre África. Abrí los ojos y un africano vestido a a la usanza tradicional de su pueblo (no sé de qué país era y suele ser un dato importante) explicaba las razones por las que había decidido tomar una segunda esposa:
1- Porque si la otra mujer está embarazada y da a luz él se tiene que aguantar las ganas sexuales durante una temporada.
2- Porque él no es, en absoluto, ningún adúltero.
3- Y también por amor, claro, siempre hay amor en el fondo. Además, la nueva mujer es más joven. (Éste sí hablaba de amor, pero me temo que no era del amor tal como nosotros lo consideramos en Europa)
Y me eché a reír. Me hizo gracia tanta espontaneidad a la hora de explicar sus razones y sobre todo el convencimiento de que él no es un adúltero.
Posteriormente, una prostituta, de Mali, que había huído del hogar familiar para no someterse a un matrimonio no deseado, aclaraba su relación con Dios diciendo que lo bueno que tiene es que le rezas y siempre perdona.
Y me pregunté qué tendría Dios que perdonarle a ella con la vida que le ha tocado llevar a la pobre. ¿No será al revés?
Más allá de culturas, raíces y tradiciones, me da la impresión de que el ser humano siempre se está inventando subterfugios para poder presentarse a sí mismo de una forma conveniente. Así, el polígamo se sentía bien en su piel porque no era un ser despreciable como adúltero. La prostituta solucionaba el conflicto que le producía su profesión, despreciada socialemente y considerada pecaminosa, rezando y sintiéndose ipso-facto perdonada por Dios (por suerte, se había buscado un Dios indulgente).
Y empecé a recordar tantos y tantos comportamientos de autoafirmación en la mentirijilla solapada que observo diariamente. Los hay variados: desde el que se presenta a sí mismo en la forma clásica de bondad y principios, hasta el que se presenta como un rompedor absoluto de tabúes. Y entre ambas poses una infinita tela a cuadros de distintos matices, poses también, claro, aunque de distinta intensidad y no tan evidentes.
Subterfugios, engaños, mentirijillas piadosas que uno se dice a sí mismo para sobrevivir diariamente. Y gracias a Dios que sabemos mentirnos (¿Esa asombrosa y maravillosa capacidad nos la dió Él en el pack de nacimiento?, aunque es una arma de doble filo, porque llevada a los extremos se convierte en arma de destrucción masiva.
1- Porque si la otra mujer está embarazada y da a luz él se tiene que aguantar las ganas sexuales durante una temporada.
2- Porque él no es, en absoluto, ningún adúltero.
3- Y también por amor, claro, siempre hay amor en el fondo. Además, la nueva mujer es más joven. (Éste sí hablaba de amor, pero me temo que no era del amor tal como nosotros lo consideramos en Europa)
Y me eché a reír. Me hizo gracia tanta espontaneidad a la hora de explicar sus razones y sobre todo el convencimiento de que él no es un adúltero.
Posteriormente, una prostituta, de Mali, que había huído del hogar familiar para no someterse a un matrimonio no deseado, aclaraba su relación con Dios diciendo que lo bueno que tiene es que le rezas y siempre perdona.
Y me pregunté qué tendría Dios que perdonarle a ella con la vida que le ha tocado llevar a la pobre. ¿No será al revés?
Más allá de culturas, raíces y tradiciones, me da la impresión de que el ser humano siempre se está inventando subterfugios para poder presentarse a sí mismo de una forma conveniente. Así, el polígamo se sentía bien en su piel porque no era un ser despreciable como adúltero. La prostituta solucionaba el conflicto que le producía su profesión, despreciada socialemente y considerada pecaminosa, rezando y sintiéndose ipso-facto perdonada por Dios (por suerte, se había buscado un Dios indulgente).
Y empecé a recordar tantos y tantos comportamientos de autoafirmación en la mentirijilla solapada que observo diariamente. Los hay variados: desde el que se presenta a sí mismo en la forma clásica de bondad y principios, hasta el que se presenta como un rompedor absoluto de tabúes. Y entre ambas poses una infinita tela a cuadros de distintos matices, poses también, claro, aunque de distinta intensidad y no tan evidentes.
Subterfugios, engaños, mentirijillas piadosas que uno se dice a sí mismo para sobrevivir diariamente. Y gracias a Dios que sabemos mentirnos (¿Esa asombrosa y maravillosa capacidad nos la dió Él en el pack de nacimiento?, aunque es una arma de doble filo, porque llevada a los extremos se convierte en arma de destrucción masiva.
6 comentarios
Soil Takada -
Saludos
Gru -
Buenas noches ;-)
Kiri -
El problema, como casi siempre,es la sustitución del "alguna vez" por el siempre.
Es un matiz, pero un matiz fundamental, porque marca la diferencia entre una cierta tolerancia con las debilidades de uno mismo, y la autocomplacencia total con cualquier comportamiento, por insensible o estúpido que sea: como el de los buscadores de rusas que dice Bambolia.
Miranda -
Pues respecto de las armas de destrucción, la del auto engaño es suicida.
Puede que durante un tiempo sirva de algo, no mucho, porque en cuanto se tenga que poner a prueba lo que se anuncia fallará la cosa.
A la larga, todos los divinos de la muerte para si mismos con quien peor se portan es con ellos mismos.
Cuando alguien se fabrica una sublimación es porque lo que ve o lo que vive no le sirve. Y pasa de envidiar las vidas de otros a inventarse una propia. Y luego...el batacazo está asegurado.
Hombre, los hay que tienen cómplices, amigos/sirvientes bienintencionados que les van tapando sus trompadas, pero llega un momento en que eso es imposible y se la pegan.
Y ahí ya el resto...es muy variado, pasa de todo...
M.
Bambolia -
Bambolia -
A medida que fue avanzando la historia, tuve la impresión de que las respuestas de ambos eran como excusas dadas ante la negativa a aceptar que no está bien visto buscar mujer/marido a través de empresas especializadas.
Era evidente que ellos, en realidad, lo que querían era mujeres agradecidos, sumisas. Ellas, salir de la pobreza.
Me chocó una frase que dijo el americano rico, mientras se paseaba en taxi, por una ciudad rusa -Oulaf, creo- y contemplaba la pobreza y la falta de recursos: "y ¿no sería mucho más inteligente que toda esta gente se dejase gobernar por gente como nosotros que hemos demostrado que sabemos hacerlo y saldrían de la pobreza?" Todavía estoy impresionada por la falta de sensibilidad del señor en cuestión...
Por cierto, todo este rollo encajaría casi más en el post anterior, pero bueno...