Gritos
Gritos. Se ¿habla? a gritos. Una costumbre muy española.
Hace ya un par de semanas que veo un programa de tv que se llama "Padres en apuros" o algo así y vengo constatando que existe la costumbre de gritarse, no la de decir las cosas. Y luego vienen las quejas de que los niños hablan a gritos, pero es que los padres ya hablan así y los pequeñajos aprenden por imitación.
El otro día lo notaba en un supermercado, no con españoles, precisamente, aunque para el caso es lo mismo, porque no hablo de una nacionalidad en concreto, sino de una actitud que en España se da mucho, aunque también en otros lugares. La madre hablaba a gritos y el niño respondía a grito pelado, quizás porque es eso lo que ha aprendido, forma parte del código de comunicación.
No sé si se deberá al hecho de que en muchas ciudades españolas los padres -para hacerse oir a través del ruido de los martillos neumáticos, al televisión a todos trapo, los CD de los coches con los graves dando golpes, los coches, las máquinas de café de los bares, la charla incesante a gritos de otros por la calle y los camiones de la basura- se acostumbran a gritar como descosidos en mitad de la calle. Puede que sea, también, que el nivel de decibelios tan exagerado que soportan los oidos sea tan alto que acaba por ensordecer, y uno, al no oirse grita más. El caso es que se nota la diferencia en cuanto el oido se hace al silencio o al ruido ligero. Tanto grito de mayores y pequeños resulta bastante insoportable.
Me pregunto qué pasará si el nivel de ruido sigue aumentando. Porque el ruido aturde, desconcentra, molesta mucho, consigue poner nervioso al más tranquilo. Creo que un niño que desde bebé soporta una gran cantidad de ruido se incorporará al caos del ruido de una forma poco reflexiva y con falta de concentración al tener que estar pendiente a la vez de tanto estímulo exterior que no sabe de dónde viene.
Y a mí me gusta oir el silencio. Ese silencio que no existe, porque siempre hay pequeños ruidos, viento, lluvia, pájaros, árboles, el vecino que cierra la ventan, un coche que se aproxima, niños que juegan, gente que se encuentra y se saluda, risas. La naturaleza es así, con ruido, pero no excesivo. El silencio casi auténtico lo oí en un país centroeuropeo donde los perros no ladraban y los niños no lloraban, aunque a mí tampoco me gusta ese "silencio". Creo que el silencio excesivo es tan antinatural y perjudicial como tanto grito sin venir a cuento.
Me temo, de todas formas, que los gritos van en progresión geométrica. Mientras más griten unos más gritarán los otros para hacerse oir en la sinfonía improvisada dodecafónica que se montan a diario. Al final, conseguirá hacerse oir, y sus palabras serán tomadas como profecías,( porque no se oirán otras, claro), el más sordo que tenga los pulmones más potentes. La selección natural va por ahí.
Hace ya un par de semanas que veo un programa de tv que se llama "Padres en apuros" o algo así y vengo constatando que existe la costumbre de gritarse, no la de decir las cosas. Y luego vienen las quejas de que los niños hablan a gritos, pero es que los padres ya hablan así y los pequeñajos aprenden por imitación.
El otro día lo notaba en un supermercado, no con españoles, precisamente, aunque para el caso es lo mismo, porque no hablo de una nacionalidad en concreto, sino de una actitud que en España se da mucho, aunque también en otros lugares. La madre hablaba a gritos y el niño respondía a grito pelado, quizás porque es eso lo que ha aprendido, forma parte del código de comunicación.
No sé si se deberá al hecho de que en muchas ciudades españolas los padres -para hacerse oir a través del ruido de los martillos neumáticos, al televisión a todos trapo, los CD de los coches con los graves dando golpes, los coches, las máquinas de café de los bares, la charla incesante a gritos de otros por la calle y los camiones de la basura- se acostumbran a gritar como descosidos en mitad de la calle. Puede que sea, también, que el nivel de decibelios tan exagerado que soportan los oidos sea tan alto que acaba por ensordecer, y uno, al no oirse grita más. El caso es que se nota la diferencia en cuanto el oido se hace al silencio o al ruido ligero. Tanto grito de mayores y pequeños resulta bastante insoportable.
Me pregunto qué pasará si el nivel de ruido sigue aumentando. Porque el ruido aturde, desconcentra, molesta mucho, consigue poner nervioso al más tranquilo. Creo que un niño que desde bebé soporta una gran cantidad de ruido se incorporará al caos del ruido de una forma poco reflexiva y con falta de concentración al tener que estar pendiente a la vez de tanto estímulo exterior que no sabe de dónde viene.
Y a mí me gusta oir el silencio. Ese silencio que no existe, porque siempre hay pequeños ruidos, viento, lluvia, pájaros, árboles, el vecino que cierra la ventan, un coche que se aproxima, niños que juegan, gente que se encuentra y se saluda, risas. La naturaleza es así, con ruido, pero no excesivo. El silencio casi auténtico lo oí en un país centroeuropeo donde los perros no ladraban y los niños no lloraban, aunque a mí tampoco me gusta ese "silencio". Creo que el silencio excesivo es tan antinatural y perjudicial como tanto grito sin venir a cuento.
Me temo, de todas formas, que los gritos van en progresión geométrica. Mientras más griten unos más gritarán los otros para hacerse oir en la sinfonía improvisada dodecafónica que se montan a diario. Al final, conseguirá hacerse oir, y sus palabras serán tomadas como profecías,( porque no se oirán otras, claro), el más sordo que tenga los pulmones más potentes. La selección natural va por ahí.
10 comentarios
Leon de Nemea -
Digo yo: ¡mentira!
Dicho hecho prejuicio...
Fri -
Yo creo que la música, cuando es impuesta, no es lo mismo que cuando uno desea oirla de verdad. Y de hecho tenemos el ejemplo de los nazis, que ponían a Wagner en los campos de concentración a todo trapo como medio de estimular el sentimiento patriótico alemán. Los supervivientes tinene verdadero horror a Wagner porque es un trauma para ellos. Algo totalmente lógico.
Sin embargo, Wagner es un grandísimo compositor y se le puede considerar incluso un genio. A mí me gusta bastante. Nunca me han obligado a escucharlo en contra de mi voluntad.
Sin embargo, melodías clasicas que ponen en los hilos musicales, en las centralitas de espera de los teléfonos o incluso en los teléfonos móviles, pueden resultar insoportables, como es el caso de la Primavera de Vivaldi.
Aber -
Aber -
En España también se nota el contraste norte - sur. El nivel de decibelios es superior en una cafetería andaluza que en una taberna vasca o en una cafetería catalana. En el sur la gente habla más alto y gesticula más.
Fri -
Y bueno, me he acostumbrado. Al principio me costó un poco, pero relamente en mi zona, al estar ya más lejos del aeropuerto, no hay tantísimo ruido.
Bambolia -
Lo cierto es que durante los 25 años que trabajó como telefonista en Información se acostumbró: se tenían que hacer oir por encima de las voces del resto, y parece ser que era bastante complicado.
A mí me molesta que me hablen "fuerte", siempre voy diciéndole a la gente que baje la voz -algunos se molestan porque soy muy insistente-. Lo gracioso del asunto es que, cuando estoy nerviosa/ansiosa, tiendo a subir el tono y no me doy ni cuenta. Cuando me lo hacen ver, me entra de todo porque es como si yo no me aplicase el cuento...
En el pueblo en el que vivo hay un nivel de ruidos bastante elevado: el aeropuerto está a menos de cuatro kilómetros y la ruta de aterrizajes pasa justo por encima, con lo que cada dos por tres el ruido es ensordecedor. Como es muy frecuente, la gente ha optado por subir el tono -en lugar de callarse y dejar que pase de largo el avión- para hacerse oir por encima de los motores. Un día, una chica llamó a casa para hacer una entrevista de productos de limpieza. Era de Valencia capital y me comentó, entre sorprendida e incrédula, que estaba perpleja porque se había dado cuenta de que la gente oía los aviones y ni se inmutaban.
Fri -
Un beso Eri. :-)
Ericillo -
Srrrrrrrr y que entoavía me digan: sí sí, pero no te molesta la música cuando la pones a millones de decibelios -sressssssss la música nunca es molestia, la música engrandece, llena y te hace sentir viva agradablemente: es como asomarte a un balcón en el que sólo se ve hierba verde o mar clarito azul llegando hasta el horizonte.
...y la perrera que he pillado yo ahora con la música, tiene tela...
Muacks para la panxeta!!
Fri -
Lo que pasa es que en las grandes ciudades mediterráneas ese ruido llega a ser ensordecedor e insoportable. Cada vez que voy a Madrid lo paso mal con tanto ruido.
parapo -