Blogia
grullas

Olvido

Llega un momento en el que, de repente, te miras y te das cuenta de que te has convertido en olvido. Ya eres un olvido más, un recuerdo almacenado en algún desván, o quizá un objeto, que si antes tenía cierto brillo por la novedad, ya se pasó de moda.

Y hay que acostumbrarse a ser olvido, aunque es algo a lo que nunca nos querríamos acostumbrar. Nosotros también olvidamos. Todos lo hacemos. Quizá como forma de salir adelante o quizá porque no somos perfectos, ni cumplimos a rajatabla toda un serie de promesas, de grandes promesas que hacemos en ese segundo mágico en que que creemos que tendremos la capacidad de cumplirlas. A veces nos toca ser olvido, y a veces olvidar.

En el desván se van acumulando olvidos, como pequeños juguetes gastados e incompletos. Rara vez subo al desván a mirar esos objetos porque hay que apartar las telarañas. Y sé que estoy en algunos desvanes, también con telarañas y ese olor a humedad envejecida.

Olvido, palabra triste. O quizá no sea la palabra lo triste, sino el hecho de que nos gustaría continuar siendo alguien, cuando no somos ya más que objetos difusos desperdigados sin orden alguno en desvanes diversos.

0 comentarios