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grullas

Post Valium

¿No decía yo que no iba a contar mi día a día? Pues ahora me apetece llevar la contraria. Preparaos para sesiones de tortura intensiva con bostezos de cincuenta segundos, lo menos.

Mis días tienen dos horarios para comenzar, que los marca un encantador reloj biológico de sonrisa fácil y boca hambrienta. Sea a las cinco de la mañana, sea a las siete y media. Me levanto dormida y con el sentido del equilibrio un tanto torpe, por lo que tengo que hacer verdaderos esfuezos para no darme de hostias con las puertas. Y el miedo de que esa torpeza cause algún accidente al reloj biológico me hace espabilar y despertarme. El reloj biológico come, es atendido en sus necesidades y una vez acostado de nuevo intento irme a dormir otra vez, pero no es posible, porque el reloj biológico tiene ganas de comenzar el día a pleno rendimiento y protesta. Entonces me llevo al reloj biológico al salón, a su parque, con sus juguetes y yo me tumbo en el sofá, a su lado a ver si hay suerte y se duerme y me puedo dormir yo también, pero el reloj biológico, que sabe que estoy ahí, no deja de mirarme y protestar cuando se le cae el chupete, (cada dos minutos), por lo que mi periplo en el sofá es accidentado, y al final acabo levantándome con sueño, pero sabiendo que no podré dormir. Desayuno un brebaje un poco asqueroso que no detallaré, pero no puedo desayunar otra cosa más normal porque tengo prohibidos el café y la leche de vaca. Y me ducho, sí, eso todos los días y fiestas de guardar, e incluso en Cuaresma. Y miro por la ventana y hay nieve y sol, y está todo muy bonito, pero hace un frío del carajo y sólo de pensarlo no me entran ganas de salir. Aunque saldré, claro. Me tengo que vestir con ropa deportiva, más bien ligera, y con pantalones de deporte estilo pirata, que dejan mis tobillos y parte la pierna al aire, salgo, llevando conmigo el carrito con el reloj biológico en dirección a la consulta del preparador físico. Hace -3 o así. Y yo con los tobillos al aire...

Llego a la consulta y el preparador físico aún no ha llegado. Espero y llega diez minutos tarde. Esta vez se excusa y no le digo nada, pero me hace gracia que una vez que yo llegué tarde bromeara con que los españoles somos muy impuntuales. Y yo le dije que sí, que claro, que muy bien lo que diga, que con mi reloj biológico tengo razones más que fundadas para llegar tarde, ya que no es fácil salir a la hora, pero que seguro que tiene toda la razón y aún más. Es flamenco. Y de una forma perversa, cada vez que lo veo se me asoma a la cabeza traviesamente la canción de Brel "Les flamandes".

Y mientras recupero los abdominales el reloj biológico protesta porque me quiere ver y claro, yo estoy en el suelo o a cuatro patas, en posturas no muy dignas, todo hay que decirlo, y no alcanza a verme. Y Jim se encarga de ponerle el chupete mientras le dice "bodibodibodi", que no sé qué podrá significar. Y casi me entra la risa de ver a un pedazo de tío enorme, de dos metros, haciéndole tonterías a mi reloj biológico para entretenerlo.

Y vuelvo a casa baldada. Ya han pasado cuatro horas y el reloj necesita comer. Y come. Y después quiere brazos y jugar. Y voy haciendo cosas diversas mientras lo atiendo. Chupete arriba, chupete abajo. Me conecto, me desconecto. Escribo un mail. Lo paso a borrador porque no puedo terminarlo. Voy escribiendo los mails y los post a trozos. Teléfono, cartero, farmacia. Catálogos y culebrón infumable mientras le doy de comer.

¿Cómo va el bostezo?

Para mí es un alivio contaros esto ya que hoy no tengo nada que decir pero ando de lengua fácil. Vamos, que tengo que decir lo que sea, y mientras más intranscendente mejor porque no me apetece pensar lo más mínimo, y menos subirme a las alturas etéreas sublimes esas que se ven tanto por los blogs (A lo máximo que soy capaz de subirme es a un árbol, y eso porque en mí aún queda el recuerdo subsconciente de mis antepasados monos, a quienes les debo una agilidad considerable y el gusto por los plátanos). Y así me quito de encima la carga de no poder publicar post por exigirme algo a mí misma que no sé ni lo que es. Porque, en fin, a estas alturas, y sabiendo que nunca he podido acceder a dominar las reglas de la gramática, que otros usan holgadamente, no me voy a estar pidiendo lo que nunca voy a conseguir.

Suena Sam Cooke, "Good Times". Y ahora me voy a pasear por el sol de nieve al reloj biológico, de sonrisa encantadora y mirada profunda por las calles de clos, ante casas de ladrillos rojos y fachadas modernistas de Maison de Maître. Y luego prepararé el árduo fin de semana de visitas que me espera, pero eso ya no lo cuento porque tengo piedad, criaturas.

Creo que este post Valium puede ser magnífico para cuando tengáis una noche de insomnio. Es que siempre me acaba saliendo la vena solidaria. Una que es así de bueníssssima y maravillossíssima. Algún día contaré mis obras de caridad y eso.

Aclaro que nunca como filetes rebozados.

6 comentarios

Er -

Jaja, ;)

Gru -

Mi reloj biológico duerme ocho horas desde el mes y medio, pero claro, depende de a qué hora se duerma la hora de despertarse. Se porta bien, en general. Lo del olivo naranja vale, pero lo de la vaquita Milka... En fin, muñeco, que eso para los que vivan en pleine verdure (no he visto una vaca desde hace un montón de tiempo) Queda más ambientado decir acariciando un barril de cerveza.

Y bueno, Bernar, que has tenido suerte con tu dormiloncilla porque hay niños que no duermen.

(Oye, que tampoco he rizafdo el rizo, ni he hecho nada exótico. He contado un día más o menos (que los hay más y menos) y sin entrar en detalles de esterilizar biberones, lavadoras, pañales, baño, sonrisas con su papá etc. Que lo dejo para torturaros con otro post somnífero)

Gru -

Dos- Sigue. Nunca me pondría un calentador de esos, capaz de destrozar por siempre jamás la líbido de cualquiera que me cruce por la calle. Y luego que me echen a mí las culpas de la epidemia de gatillazos en cadena...

Tres - No como filetes rebozados porque no como carne. Y sí, es un problema de enorme trascendencia porque resulta que yo desearía comer carne y que me gustase, por eso de alimentarme mejor, pero no me entra. Y que no hay manera. Sin embargo, tomo pescado casi todos los días. Y este problema me lleva agobiando ya un tiempo. Ya me gustaría a mí tener algún motivo solidario para hacerlo por eso de presumir de buena, sensible y tal, pero es que la vida no deja ni ese asueto (ahora me pongo un poco de víctima que mola).

Cuatro - Espárragos y huevos duros... Kiri, por favor, no nos cuentes esas intimidades así, en directo, que me da envidia. Dos espárragos, jo. Yo sólo tengo uno de vez en cuando.

bErNaR -

Gru, has rizado el rizo.

Me he reído, me has recordado qué hizo R. con el suyo. El nuestro era un reloj biológico amable porque desde el segundo mes nos siguió el ritmo de sueño y lo que es más cierto, ¡el de la siesta!

Pero te excuso. Nuestro reloj biológico vive debajo de un olivo naranja; el tuyo, acariciando una vaquita de chocolate Milka. Sus ventajas, sus inconvenientes.

Me ha gustado mucho leer este post, me he divertido, leches.

Gracias.

Saludos.

(Ahora, el reloj biológico sureño duerme la siesta, que es como la nuestra pero con dos horas más, vamos que se levantará a las 18:30)

Gru -

Uno - Es Vlaams (creo que se dice así aunque mañana lo aclaro) y de sevillanas nada, a lo más exótico que llega es a ponerse a cuatro patas.

Dos - Salgo con los tobillos al aire porque está muy cerca de mi casa y no tiene cambiador. Además, la temperatura ha bajado de repente y no me ha dado tiempo de comprarme un chándal adaptado a mi volumen corporal actual.

(Y luego sigo que mi reloj biológico tiene hambre)

Kiri -

Tengo varias cosa que decir.

Primero, que no me cuadra que tu entrenador sea flamenco y no te enseñe a bailar sevillanas. ¿Qué clase de flamenco es ese que no practica el baile español?

Segundo, que por qué sales con los tobillos al aire. Que te compres unas cosas de esas de lana para los tobillos. No sé como se llaman. En mi pueblo los llevaban los pastores y se llamaban peales, pero me da que los que venden ahora no se van a llamar igual.
Los llevaba Jane Fonda en sus vídeos de aerobic, ya sabes, esas cosas.
Luego, que me parece bien que no comas filetes rebozados, yo tampoco los como, pero no aclaras si es que no los comes porque no te gustan o porque albergas algún conflicto interior no resuelto respecto al rebozado y sus intríngulis, o bien alguna reserva mental fundamentada en la reflexión. Si es el caso, no estaría de más que incidiéramos sobre el tema.

Respecto a la gramática, no es importante.
Peor es lo mío.
Pero lo mío no lo cuento, porque este no es mi blog y porque ahora me tengo que comer dos huevos duros (de gallina) y una lata de espárragos.