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En recuerdo a

La verdad es que querría ser mucho más frívola, que es lo que me mola de verdad y mi auténtica vocación, pero últimamente no levanto cabeza. Y es que hay cosas aunque lejanas, tremendamente lejanas, que a veces te llegan de una forma sorprendentemente cercana. Y no te explicas el mecanismo, porque es extraño, como un resorte que no sabías que existía.

Anoche supe la muerte de Ricardo Ortega, reportero de Antena 3 que fue corresponsal en Moscú y cubrió la guerra de Chechenia. Lo había visto en la Tv muchas veces, hace años, cuando podía ver Antena 3, y recordaba su rostro y su voz, que me vinieron inmediatamente a la memoria. Y no podía creer que esa persona a la que escuchaba hace años con atención, de la que casi podía oir ahora su voz, estuviera muerta. Quizá porque siempre me pareció que estaba muy vivo.

Y me vino a la memoria el recuerdo de un conocido mío, periodista, que quería ser reportero para meterse en todos los fregados y que no paró hasta ser enviado a los peores sitios. Le encantaba Rusia porque decía que era como el Salvaje Oeste y me temo que no podía vivir sin tantas emociones. Era alguien con un bajísimo sentido del riesgo, con unas ganas locas de aventurarse por todos lados, eso sí, con unas pulseras que le servían de amuleto y que, según me dijo, jamás se quitaba, ni para ducharse. Y allá donde yo me horrorizaba de la miseria, de la gente desesperada y las miradas de desolación, él disfrutaba porque veía gente, "gente auténtica", decía.

El resultado fue que yo no volví a llevar pulseras ni ningún otro colgajo esotérico, por mínimo que fuera (aunque fuera regalado con la mejor intención), porque no quería confiar mi suerte a una cosa. Prefería decidirla yo, y sabía que creer en el poder de cualquier cosa me podía hacer no percibir la realidad más o menos tal como es (nunca la percibimos del todo tal como es, pero podemos aproximarnos un poco). Y él, que es un hombre muy inteligente, también lo sabía, pero se aferraba a eso porque en tierra de nadie se tenía que aferrar a algo. Perfectamente comprensible, claro. Nos aferramos a lo que podemos.

Y ahora, cuando me acuerdo de este periodista fallecido me da tristeza y estupor. Años después de haber conocido a alguien que hubiera dado la vida por ser corresponsal de guerra (es posible que ande por alguna parte cubriendo algún conflicto) sigo sin entender qué les mueve a jugarse la vida de esa forma. Y recuerdo las crónicas de Ricardo Ortega por quien yo sentía cierta admiración. Y me da pena que se haya ido, pero no recuerdo sus grandes gestas ni su valor (que es lo que menos me admira) sino el hecho de que me parecía muy persona cuando veía su rostro y escuchaba su voz. Y estaba tan vivo que no puedo creer que se haya ido.

En recuerdo a Ricardo Ortega.

11 comentarios

Fri -

Gracias de nuevo por la dirección, Esstu.

Esstupenda -

Todo eso es cierto.
No hay héroes sino gente que hace bien su trabajo.
Como viene a cuento te dejo otro enlace, si quieres verlo. Es el corto que Gran Wyoming ha hecho, sobre José Couso. Es muy bueno, se puede ver en la red con cualquier soporte multimedia, dura tres minutos. Está en la línea.

http://www.elpais.es/comunes/2004/haymotivo/director_24.html

Fri -

Y es esa la mala impresión que me da el ensalzamiento de los corresponsales de guerra por parte de los medios de comunicación. No dudo de sus cualidades y de la dificultad del trabajo que hacen (de hecho, Ricardo Ortega me parecía un profesional interesante al que escuchaba con atención), pero prefiero no estar informada "hasta esos extremos" a que se jueguen la vida. Parece que se les anima, como "periodistas de raza" a ser así y jugarse la vida. Me recuerda mucho a los ejércitos, a lo de dar la vida por una causa y me pone mala. Normalemente, los que piden que des la vida por una causa no suelen perder la suya. Pedro J., que tan bien habló de Anguita Parrado cuando murió (y le dedicó una página a Julio Fuentes) sigue de cenitas con el rey y disfrutando de las corbatas y camisas que le diseña su esposa.

Fri -

"Ser periodista es un oficio, igual que un médico. Sabes que tienes que cumplir un deber y lo haces" Esa era la frase. Y luego leí otra en la que se Julio Funtes se "calificaban como soldado de la información" hablaba del deber de informar y llegar hasta donde fuese (morir informando) etc. Mezclé varias ideas y artículos.

Y bueno, que un médico no tiene por qué morir por ser médico. Hace lo que puede pos salvar la vida de sus pacientes, pero no tiene por qué morir por ello. A veces, se da la mala suerte de que son infectados por una epidemia y mueren (como el virólogo que descubrió el virus de la gripe asiática), es un riesgo, como le pasa al transportista que tiene un accidente o al minero que baja a la mina. Se asumen los riesgos (y las empresas deben cumplir al máximo las medidas de seguridad para intentar garantizar la vida de sus trabajadores, cosa que los medios de comunicación no hacen). No se les pide que, como héroes, lleguen hasta matarse por conseguir una veta de carbón.

Fri -

Con lo de "sacrificar sus vidas" no me referí a lo que tú dices, Bambolia, que sé que no lo ves así, sino a ciertas respuestas en medios de comunicación frente a la muerte de los ocrresponsales de guerra que me dan pavor. Luego lo copio; porque hay una página dedicada a Julio Fuentes (muerto en Afganistán) que me da miedo. Dice algo así como que "el deber de un periodista es morir por su profesión", lo cual no me hace ninguna gracia porque no creo que nadie deba morir por ninguna profesión.

Gracias por el enlace Esstu. Luego lo miro.

Esstupenda -

Es interesante lo que sobre él dice Escolar en su blog.
Dejo la dirección:
http://www.escolar.net/

Bambolia -

Fri, yo tampoco creo que tengan que sacrificar sus vidas. Me refería que sí que entiendo que se asuma el riesgo. Ése riesgo existe, no se puede negar.

No es lo mismo asumir el riesgo de tirarte desde un puente, sujetando tus pies por unas gomas, a sabiendas de que con eso no se consigue nada -al menos, relativamente trascendente- que asumir el riesgo de ir meterte en la boca del lobo por querer contar lo que allí está ocurriendo.

Fri -

Por cierto, leo por ahí: "Qué la muerte de Ricardo no sea en vano"... Como si se pudiera sacar algún beneficio de una muerte. Ejem (sí, efectivamente, los medios de comunicación sacan beneficios de todo). Siempre se dice lo mismo. Con las muertes de Couso y Anguita también se dijo y ya va otro...

Yo no creo que estas personas tengan que sacrificar sus vidas para informarnos. No lo creo.

Fri -

Recuerdo que hace años leí un reportaje en el que se hablaba precisamente de esto, de los reporteros de guerra. Se decía que ciertos sujetos, en estas guerras cruentas sin cuartel, se envalentonaban ante la mirada atenta de la prensa al sentirse protagonistas y cometían aún más crímenes por eso del exhibicionismo. Contaron el caso de un matarife de estos que estaba a punto de degollar a un tipo delante de unas cuantas cámaras de televisión. Entonces un cámara no pudo más y dejó de filmar bajando la cámara al suelo. Los otros cámaras hicieron lo mismo. Y al ver que no iba a ser filmado, el psicópata de turno paró y no degolló a su prisionero. En este caso creo que los cámaras sí supieron actuar de una forma adecuada renunciando a una imagen impactante.

Fri -

Bueno, yo veo el tema de una forma un tanto controvertida y no tengo las ideas claras (para variar).

Creo que los beneficiarios del trabajo y la muerte en acto de servicio de los periodistas de guerra son los medios de comunicación, un gran negocio. Una noticia impactante, una imagen en primera línea de fuego vale mucho, y metidos de lleno en el mundo de la competitividad, a ver quién da la primicia mejor para su medio de comunicación, llegan a límites insospechados mostrando imágenes que son el flash del momento, impactan, venden, y luego son olvidadas. Consumidas rápidamente y digeridas sin apenas reflexión. Mañana habrá otra imagen aún más impactante y seguiremos igual, comprando prensa y sabiendo que hay muchas injusticias en el mundo.

Y realmente nos enteramos de las injusticias del mundo mientras rellenamos las cuentas bancarias de Pedro J. y otros. Pero las injusticias siguen ahí.

Yo no he visto las imágenes de Ricardo Ortega moribundo porque apenas veo la televisión, pero me alegro de no haberlas visto. Esas imágenes impactantes (que tienen un valor económico) fueron tomadas por sus compañeros de profesión. Una profesión necesaria, como tantas otras, pero un tanto controvertida por lo que se presta a la manipulación.

Bambolia -

Impacta, sí.

Puede que una no sea capaz de reaccionar ya casi ante nada. Puede. Pero creo que es mentira: se reacciona. Yo sólo he visto tres imágenes de él y con eso he tenido suficiente: resulta macabro que sean capaces de mostrar su agonía -aunque no la tuviese como tal-. Resulta macabro que no se respete el hecho de que el simple hecho de aceptar que una persona que hace dos milésimas de segundo antes respiraba, pasado ese tiempo, esté muerta.

De niña quise ser periodista, especializarme en reportajes de investigación. Incluso en casa se calibró la posibilidad de mandarme a Barcelona a estudiar la carrera porque aquí todavía no había. Nunca me ha gustado el riesgo sin justificación, y para mí, el ser corresponsal de guerra sí que está justificado: no existe otra forma de mostrarle al resto del mundo las crueldades y barbaridades que, bajo la ley del más fuerte, somos capaces de hacer los seres humanos. Estoy convencida de que estos hombres y mujeres ven la vida de otra manera, aunque suene a tópico.

Esa profesión, en concreto, es una de las que más respeto me merece. En cambio, la de los que desde aquí han sido capaces de mostrar las fotografías de su cuerpo tendido en el suelo, herido de muerte, no me merecen ninguna.