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grullas

Vodka, canciones, zakuski, más vodka, más canciones, y se pusieron todos a llorar y a contarse su penas en un estado de borrachera colectiva sentimental. Volodia tenía pasaporte holandés, comprado por mil dólares en el mercado negro, y pronto se iría. Y a pesar de la alegría de emigrar, se sentía muy triste por sus problemas con las mujeres en general, pero en especial con una que lo había abandonado. Y empezó a hipar y llorar desesperadamente después de las canciones. Más vodka.

Al final lo sacaron a la calle para que le diera el aire, pero Volodia no paraba de gritar, despertando a los vecinos, por otra parte, acostumbrados a borracheras varias.

Lo recuerdo como alma rusa, muy rusa. Al día siguiente, después de la catarsis, caminaba deprisa, sin mirar a los lados e indiferente, por las calles de Moscú.

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