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grullas

Shqipëria

No sé que pintaba yo allí. El caso es que fui, quizá porque estaba muy cerca y el morbo y la curiosidad pudieron conmigo. Albania a poco más de seis millas.

Sabía que iba a ver pobreza, miseria y atraso. Lo sabía como lo sabíamos todos los que nos montamos en el barco de tripulación griega. Íbamos a ver eso. Para qué nos vamos a engañar diciendo que íbamos a contemplar la belleza de un país y sus tradiciones. Íbamos a contemplar los resultados devastadores de cuarenta años de aislamiento. Devastadores.

La costa sur albanesa, pelada, árida y montañosa, no tiene un particular atractivo a cerca de 35ºC. Desde el barco se veían los búnkeres que el dictador comunista hizo construir a lo largo de toda la costa para protegerse de una (improbabilisíma) invasión griega. Un país plagado de búnkeres, aislado del resto del mundo, y creyendo que los demás estados occidentales lo iban a invadir en cualquier momento.

Arribamos a Sarande, ciudad albanesa. Al acercarnos me dió un escalofrío. Edificios viejos, que se caen a pedazos, comparten vecindad con esqueletos y esqueletos de hormigón, de la construcción de hoteles en masa que se está llevando a cabo a marchas forzadas. Dicen que su futuro es el turismo. Pero aquello es feo, rematadamente feo. Y me dió pena de que fuese tan feo porque por mucho empeño que pusiera la guía en decirnos lo encantadora que era la ciudad, allí lo único que llamaba la atención era la miseria. Y la guía nos miraba buscando aprobación para que dijéramos que sí, que es un país hermoso que ha sufrido mucho. Pero lo de hermoso no se veía por ninguna parte. El sufrimiento sí, claro.

Y allí estábamos, una panda de guiris que no podíamos salirnos de un recorrido establecido porque era peligroso. Nos contó la chica que muchos albaneses están armados, que tienen fusiles y pistolas en sus casas para defenderse. También nos iba explicando, mientras yo observaba los arcenes de la carretera, llenos de basura, arrojada probablemente desde coches en marcha, que su futuro es el turismo y que tenían gran confianza en los albaneses que volvían del extranjero con dinero para invertir en hoteles y que habían estudiado y aprendido. Y pasaban mercedes, y más mercedes, llenos de gente hosca. Mercedes que han sido robados en otros países, porque trabajar como obrero en una fábrica (que es lo que hacen la mayoría de los inmigrantes albaneses en Europa) no da para comprarse un mercedes último modelo, sino para ir tirando. Tampoco da par construir un hotel de lujo con materiales importados. Para eso viene mejor el dinero de la trata de blancas, de la droga, de los robos a mano armada. Mafia. Palabra prohibida. La guía sonreía como un conejillo cuando algún turista ingenuo la pronunciaba, y hablaba en inglés de "corrupción," pero no ponía en sus labios la palabra tabú. Yo callaba.

Estábamos allí porque la mafia nos lo había permitido. Habíamos pagado por estar allí, de hecho. Íbamos a ver miseria. Y ellos, que lo saben, quieren que gastemos en sus hoteles, porque tienen la esperanza de que veamos hermoso lo que ellos nos dicen que es hermoso. Porque los turistas somos idiotas, ganado, claro. E igual que nos ordeñan los griegos en sus hermosas islas, también nos pueden ordeñar ellos en sus playas peladas.

En el campo no había apenas basura. Los campesinos, extremadamente pobres y vestidos a la usanza tradicional, montados en bueyes, miraban de otra forma. Miraban como miran los campesinos en todas partes. Con esa mirada resignada, con ese apego a sus tradiciones como única forma de vivir. Pero el campo, sin ser hermoso, tenía por lo menos la dignidad de la limpieza, de las miradas claras, de los campos de cultivo más o menos cuidados, de la supervivencia a pesar de. Y no tiraban basura con desprecio desde mercedes en marcha. Sí, no eran ellos.

Y la guía confiaba en los hoteles que se estaban construyendo y esperaba que fuésemos. Mientras tanto, en la calle, niños descalzos se acercaban a pedir dinero. Nos lo pedían a nosotros, de una forma pesada e insistente, no a los propietarios de los flamantes mercedes, señores "educados" en el extranjero que traen sus "conocimientos" al país. Mafia. Sí, la palabra prohibida.

Y es paradójico que la Mafia, que controla el país por completo y que impone su dictadura de terror, sea el nuevo yugo y al mismo tiempo, la esperanza de miles de personas. Creen que conseguirán desarrollar su economía así.

Me fui en el barco con una extraña sensación de cosas que no cuadran. De contradicciones, de paradojas, de sentimientos encontrados. Me alegré de no haber nacido allí. Eso era lo único que tenía claro cuando, de camino a la costa griega, dejé atrás Shqipëria.

11 comentarios

una albanesa -

todo tu indignacion es mas que justa,es lo primero que se vee y lo primero que se te queda.pagando una verguenza de dinero para descubrir todo lo encantador de este pais!yo tambien me cabrearia y mucho, tanto al punto de cancelarlo del mapa!los balcanes y en especial shqiperia son muy particulares, no vas a encontrar nada similar a africa o india,thailand o bolivia.tampoco escenarios miserablemente divertidos y absurdos de kusturica.un pasaje improvisado al ultimo enstante para descubrir y saborear "un pequeño paraiso perdido en medio de los balcanes"!iba a acabar con un buen disgusto!
enfin, si crees que te puedes conceder un poco de tiempo "considerado a lo perdiste en ese viaje" para echar un bistazo a un par de web-s: www.shqiperia ime.com y uno mas www.albania.blog.3000.it/(opiniones y fotos de un grupo de italianos)entre una foto u otra te aseguro que hay mucha historia, muchos recuerdos y mucha gente para conocer.

p.s.por cierto, yo nacì alla y me alegro!tungjatjeta! elda

Gru -

Sí, Eri, lo de siempre.

Esto es mu revelador, tb es lo de siempre!! -

Y la guía confiaba en los hoteles que se estaban construyendo y esperaba que fuésemos. Mientras tanto, en la calle, niños descalzos se acercaban a pedir dinero. Nos lo pedían a nosotros, de una forma pesada e insistente, no a los propietarios de los flamantes mercedes, señores "educados" en el extranjero que traen sus "conocimientos" al país. Mafia. Sí, la palabra prohibida

Ericillo -

Sí, siempre son los mismos los que pagan las púas sangrantes; aún no ha dado la vuelta el mundo no.
Besillos.

Gru -

Sí, Kiri. En el caso de Albania, además, es especialmente sangrante porque han sido muchos años de dictadura comunista y después el capitalismo salvaje. Dos extremos que han extenuado a la población. Muchos han emigrado, pero su emigración masiva también ha traído problemas en Italia, por ejemplo.

Yo conozco emigrantes albaneses que se fueron de Albania por miedo a la pobreza y a la mafia y no quieren volver. Ellos son los primeros que se quejan del daño a la imagen que les hacen sus compatriotas mafiosos, que también los hay. Es una situación muy jodida la de estas personas, aún estando en el extranjero y sin la miseria de su país.

Kiri -

Lo que no falla es que son los débiles los que pagan el pato. En todas partes.

Gru -

Sí, devastador, Bambi.

Mishkin, en lo de burguesa tienes razón, pero no creo que a estas alturas deje de serlo, a pesar de que he visto muchas, muchas miserias, porque no es Albania el primer país pobre en el que he estado. Y en los países ricos también hay muchas miserias. Si yo te contara de zonas de Bruselas donde no se puede entrar...

Desdén no hay en el post. Si lees bien te darás cuenta de que hablo bien de los albaneses del campo y de la mayoría de los inmigrantes albaneses que trabajan para ir tirando, pero no les da para construir hoteles de lujo. Creo que hay una diferencia enorme entre esta gente y la gente de la mafia, que son los que tienen el control del país. Yo conozco algunos albaneses y son gente que no se diferencia en nada de nosotros.

Ironía sí hay o sorna, como quieras. Sí, porque es paradójico que tengan que confiar en la mafia para salir de la miseria. La mafia es, al mismo tiempo su yugo y lo que les da de comer ya a muchos (entre otros a los guías turísticos y a los obreros de la construcción que construyen los hoteles). Pero si yo hubiera nacido allí, posíblemente me vería en una situación parecida. Y entiendo la postura de esas personas y su miedo.

Ahora, a pesar de que en la medida de lo posible puedo comprender algo, no suelo creerme lo que me cuentan de forma sistemática, sobre todo si es apelando a mis sentimientos cuando hablan de la miseria. Si puedo, intento mirar un poco más allá.

Buenos días a todos.

Mishkin -

Mi comentario ha sido el anterior a éste. Es la primera imagen e idea que me ha venido a la mente y espero no te haya molestado.

He aprovechado el cobarde anonimato que permite esta herramienta pero hacia ti, no sé, truhán ha quedado, quizás, no sé, repito, y he rectificado.

Es demasiada la miseria con la que comemos y cenamos todos los días para soltar como una lindeza y desde una perspectiva acomodada una situación, de nuevo aberrante.

He interpretado el post de hoy como sorna, asco y desdén hacia aquellos desgraciados que no tienen posibilidad, que no alcanzan las posibilidades de desarrollo que ofrece el primer, rico y burqués mundo.

Pero bien, en el fondo me ha gustado porque, voy a ser sincero, has descrito con unos ojos una denuncia que seguro a otros les resultaría irrelevante.

En fin, desde este mundo todo se ve raro pero el hombre tiene registros en todas las claves; la de do, la de fa y la de sol. Nosotros nos regocijamos en la de sol que es la más ilumina.

En fin, pensamientos medianocheantes, por no decir, chocheantes...

Buenas noches y bienvenida a tu nido de grullas pensantes.

Un no-burgués -

Al burgués siempre le cuesta empatizar, siempre le ha costado y siempre le costará.

Bambolia -

Devastador, de verdad.

No me hubiera gustado estar en ese barco de vuelta, pensando en lo que se quedaba atrás.

parapo -

magnífico, gru :)